Iván Mena G.

La Pandemia de la mentira

Desde el Desgobierno se afirma que las deudas se pagan a jubilados, médicos y maestros, pero no ha sido así...
domingo, 21 de marzo de 2021 · 06:10

Mentira viene del acto intencional de engañar  y su objetivo es inducir al error. La sicología del mentiroso usa explicaciones vagas, generales, imprecisas, faltos de respaldos reales. “Las personas que sufren de trastorno de personalidad antisocial utilizan las mentiras sencillamente porque necesitan afecto” Pseudología fantástica cuando nos miente alguien con poder, arruina nuestra confianza en las instituciones políticas, hace que la población se vuelva muy cínica acerca de sus motivaciones reales, afirma Feldman. Mentir puede y de hecho sirve para tortuosos propósitos sociales. Añado que hasta se deforma el idioma para bajar la gravedad  y subir el nivel del engaño con otro significado al establecido en el Diccionario usual y de la RALE, tanto es así que el  verbo MENTIR es en pasado, presente, futuro.

Con estos pocos antecedentes no preciso ahondar en la personalidad del mentiroso pero si en sus fines y logros, especialmente en el campo político de nuestro país, que en los últimos 20 años se han replicado en varios países de América del Sur  como parte de un medio propagandístico ideológico político.

¿Por qué mentimos? Para no decir toda la verdad sobre algo que se conoce o afirmar sobre algo que se desconoce. Todas las clases de mentiras van a afectar a quienes la escucha, cree, reproduce más que al que lo dice, y, hay expertos profesionales para ello.

Estos meses de campaña electoral y años de desgobierno, hemos escuchado toda clase de mentiras: que el Feriado Bancario es culpa de una sola persona Lasso y a  los demás culpables los ocultan;  el robo a los fondos del IESS es más grande que el Feriado bancario pero no es delito sino inversión productiva; los fondos privados del ISSPOL desaparecen pero no es robo, es una trama bursátil de alto rendimiento: las hidroeléctricas son las mejores pero no pueden ser operadas totalmente; las carreteras son impecables pero  los inviernos  las inutilizan;

Desde el Desgobierno se afirma que las deudas se pagan a jubilados, médicos y maestros, pero no ha sido así; que las embajadas son para técnicos pero son sus panas y acólitos improvisados; que la plata en el Banco Central es del Estado y la pueden usar como la chauchera de la abuelita; alcaldes dicen que la plata de los GAD son privados pero son fondos públicos; las vacunas nos salvarán a todos y llegan a cuenta  gotas haciendo inútil la acción masiva; las prisión preventiva es para retener al investigado pero los amigues y poderosos delincuentes  van a sus casas con todas las comodidades y guardia policial.

Todo esto es distorsión de la realidad que ha llegado al extremo de cambiar los votos contados por los votos acomodados, una vez más, mintió  la Presidenta del CNE que dio un ganador y un retador que resultó ser otro; mienten los vocales del CNE para esconder sus actos irresponsables; el candidato afectado reclama fraude  pero no acepta sus errores y exige que su verdad se imponga sobre la realidad y los hechos; muchos queremos que revisen las urnas pero NO, aducen que la ley, el plazo, el costo, etc.

Y así cada mentira se desmorona sola porque se las creo, reprodujo e insistió con el único fin para que el oyente se convierta en creyente y siga como acólito fanático.

Todos nos quejamos, pocos aceptan que creyeron a expertos mentirosos durante 14 años seguidos y ahora dudan en dar su voto para no repetir ese error, como que su adicción al mentiroso es mayor, subconsciente, permanente o congénita. Con este escenario el país se avecina a una  elección presidencial y asignará su voto por lo mismo o por la otra opción a la cual si se le puede exigir que no mienta más. Mi voto es para tener un Gobierno que se retracte y rectifique cuando sus funcionarios incluyendo al Presidente nos engañen o mientan.

Como conclusión  El refrán popular dice “Las verdades duelen”. Al escuchar nuestros defectos como País debemos corregir y así avanzaremos como un pueblo digno de respeto;  pero la peor mentira es la que se hace a un mismo eligiendo a un grupo corruptor. Cada elección equivocada es un retroceso  hacia una evolución moral, social, y económica para todos.

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