Un circo presidencial

No se sabe a ciencia cierta cuales son los payasos y peor aún cuales los magos en la carrera política hacia la presidencia de la república, pero si es bien cierto que ya se empieza a avizorar cuales son los agoreros del desastre y la componenda.

Realmente da pena y vergüenza ver como la política ecuatoriana más se asemeja a un circo barato de esos de pueblo chico, que a una lid cultural de estadistas que quieren mejorar el futuro de sus conciudadanos. En este sainete de dime y dirime el ganador es el más payaso y buen bufón y no el mejor estadista.  Todos los intervinientes en esta segunda vuelta, especialmente los dos candidatos que pugnan por competir con el ya calificado, han armado un tarimado de mercado y no una ponencia programática.

Hay que enfatizar en especial a aquel que parecía mesurado, cuerdo y maduro para esta lid y que resultó ser el más inmaduro, emperrado e inconsecuente. Al principio y con los resultados a medias, creyéndose ganador para intervenir el 11 de abril, se presentó con vestimenta de oveja, cuando realmente resulto ser el lobo. Carlos Pérez se disfrazó desde el mismo momento que de manera atrevida quiso decir que no era mestizo y entonces empezó el engaño. Hoy es nada más un niño emperrado porque no consiguió el juguete. Hoy es un ser peligroso, revanchista, amargado y poco consecuente.

"Si no gano yo…. verán lo que les pasa…" parecería amenazar creyendo que los ecuatorianos le tienen miedo y no es así. La verdad es que el señor no debe jugar con la paciencia de la comunidad mayoritaria, ya que esta se puede enfurecer y al poner los puntos en su puesto, pueda ser que tendrá que agachar la cabeza, comerse su emperro y salir de la vida política del Ecuador para siempre.