German Flores

El debate de la democracia

En este sentido, la democracia como espacio de confrontación de ideas, de construcción de un horizonte de bienestar debe estar en la agenda de los gobiernos.
miércoles, 29 de julio de 2020 · 06:30

En los todos los medios y en especial en las redes sociales hay debates sobre la democracia, dando a lugar de las múltiples formas que se la puede entender. Sin embargo, hay que pensar la democracia no desde los ámbitos ya reflexionados y debatidos, sino pensar la democracia desde la perspectiva de la inclusión.

La palabra democracia proviene del griego antiguo (siglo V a. C) δημοκρατία que parte de los vocablos demos -δῆμος que puede traducirse como “pueblo” y -κρατία, krátos como “fuerza”, “dominio” o “poder”. Visto desde esta perspectiva la palabra democracia hace referencia al poder que está en el pueblo, sin embargo, cuando pensamos la democracia lo reducimos y tenemos como referencia básica a la participación en las urnas al momento de elegir dentro de las elecciones y que estas sean periódicas.

Si bien las elecciones son una parte, vale pensar la democracia desde los que aún quedan fuera, es decir, de quienes aún no han sido incluidos, esto es, mirar la sociedad en su conjunto. En este sentido, en los últimos años varios Estados han incluido progresivamente a su sistema de garantía de derechos, por ejemplo, los derechos de los pueblos y nacionalidades; el derecho al matrimonio igualitario; el voto facultativo de los jóvenes de 16 años; el derecho de la naturaleza, en suma, una gran ampliación de los derechos.

Sin embargo, desde las perspectivas que analicemos, lo que está viendo el país es grave, es que el odio venció a la democracia y sus instituciones, convirtiéndose en una suerte de pandemia. El odio se regó desde el gobierno a las instituciones del Estado y paso a las elites empresariales, políticas, a los ciudadanos y a los grandes medios de comunicación que construyeron en estos tres años un imaginario lleno de miedos, odios y frustración.

En el debate también se hace presente ese imaginario político, cuando se ataca a la ciudadanía, actores políticos que, por pertenecer a una tendencia política, es visto rechazado sin capacidad de reflexión alguna, es el caso, a los militantes del movimiento que lidera el ex presidente Rafael Correa. Fracturando así la libertad de pensamiento y de ser parte de un movimiento político. Construyendo un imaginario de muerte política.

Del ámbito político, paso al laboral, desde las instituciones y empresas públicas se despidió a pretexto de “descorreizar”, estigmatizando de este modo a muchos funcionarios.

En este sentido, la democracia como espacio de confrontación de ideas, de construcción de un horizonte de bienestar debe estar en la agenda de los gobiernos. Más la democracia le queda debiendo y pendiente no solo la inclusión de quienes aún están en las fronteras, sino de ese espacio de construcción conjunta de un país de fututo.

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