Clemente Orellana Sáenz

El poder del voto consciente

La imperiosa necesidad de captar el “poder político”, por pequeños grupos, personas, partidos o movimientos es tal, que no importa el atomizar las corrientes ideológicas...
lunes, 23 de noviembre de 2020 · 06:30

Los ciudadanos comunes y corrientes poseemos dentro de la participación democrática, el derecho a votar(el único),en las diferentes ocasiones programadas, para elegir a las principales autoridades a nivel central y seccional y la responsabilidad es demasiado grande, porque si no realizamos un profundo acto de meditación y reflexión,sobre a quien vamos a beneficiar con nuestra decisión, tenemos el gravísimo riesgo de nombrar a personas, que no se merecen estar en las diferentes dignidades de poder y seremos cómplices de la tragedia nacional, que es la característica de nuestra vida republicana. Porque como sociedad civil no tenemos una cultura política, una educación ideológica, un marco filosófico referencial,dentro de las dos o tres corrientes a nivel mundial y somos los inventores de infinidad de  ideologías o más, de acuerdo al número de partidos y movimientos políticos existentes en el país; pero si revisamos el contenido programático de los partidos, observaremos la similitud de objetivos y enunciados vagos, acerca de los principios sociales, que podrían unificarse en dos o tres tendencias básicas.

Sin embargo, la imperiosa necesidad de captar el “poder político”, por pequeños grupos, personas, partidos o movimientos es tal, que no importa el atomizar las corrientes ideológicas; en nuestro país, cualquier hijo de vecina se siente presidenciable y no pasan de “chimbadores”; si son pseudos comunicadores sobre todo de radio y televisión; si tienen una cara bonita y son presentadoras de programas sin ningún contenido ni beneficio; si se han destacado en algún deporte, produciéndose una “camarilla” de dirigentes de pacotilla, que nunca han estudiado la política y peor el arte de gobernar. Tenemos una carencia de líderes, por culpa de una “partidocracia” caudillista, que nunca se preocupó de formar los nuevos cuadros dirigentes. Porque ser político es algo importante, demanda tiempo, investigación, preparación académica y científica de los fenómenos sociológicos y antropológicos de los pueblos, iniciarse desde la adolescencia, para llegar a la madurez, con un bagaje de experiencia y conocimientos, que le permitirán  ser un estadista, un individuo valioso, que tiene que estar adornado por una vida ejemplar, con las manos limpias, de no haber robado, con un código ético personal y social definido, en otras palabras que no sea ladrón, mentiroso, corrupto y cínico.

Y únicamente nosotros los ciudadanos de la gran masa, somos los responsa-

bles, de tener los gobernantes, que nos merecemos, no podemos equivocarnos en forma crónica y caer en el infernal círculo vicioso de elección-caída-interi-

nazgo-elección, Asamblea Constituyente, como es el anhelo de algunos candidatos ¿Hasta cuándo? Nos jugamos nuestro destino, nuestra tierra, nuestro país, la nación de nuestros hijos, nietos y descendientes. No queremos un país de narcos, sicarios, terroristas, locos repartiendo pobreza, perseguidos por gobiernos autócratas y fascistas, exguerrilleros convertidos en altos funcionarios, buenos policías dados de baja. Existe una auténtica crisis de valores éticos y morales, donde la corrupción es la dialéctica de la clase política; se compran y se venden movimientos, como si fuera lo más normal, para aupar las ambiciones personales de un individuo, en llegar a la presidencia, en un probable sexto intento, así el movimiento haya sido fundado por el esposo de una persona sentenciada en el caso “sobornos” del 2012 al 2016, hace pocas semanas. El voto tiene que convertirse en el látigo de los corruptos, de los vende patrias, de los politiqueros, que ven en las elecciones, el negocio de sus vidas; de los ídolos de barro sin consciencia ni principios; hagamos de la política, el quehacer de nuestras vidas, con servicio, solidaridad y amor hacia lo nuestro, subamos a los auténticos líderes y mañana seremos una nación grande, digna y soberana. El 07 de febrero de 2021 nos jugamos nuestro destino histórico.

 

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