Situación COVID en Venezuela: la luz al final del túnel nunca prendió

Mientras todos ven una posibilidad frente al COVID-19, la situación en Venezuela es cada vez peor.

Algunos le echan la culpa a la flexibilización durante los Carnavales, otros a la cepa brasileña. Lo cierto es que la situación actual de Venezuela era inminente y la causa principal no es ninguna de las alegaciones anteriores.

Los centros de salud colapsaron a pesar del alto costo de una hospitalización por COVID-19, hacerse una prueba rápida o PCR es impagable para la mayoría de la población y el temor a morir por no poder ser atendido son las preocupaciones de todos los venezolanos a un año de que anunciaran el primer contagiado en este país, mientras que el resto del mundo celebra cifras de vacunados.

Mientras que en Colombia, por ejemplo, anuncian que han vacunado a más de un millón de personas, en Venezuela ni siquiera existe la esperanza de ser vacunados, al menos que tengas a un familiar dentro del combo de jerarcas del régimen.

Y es que el problema no es que llegó la cepa brasileña o que la gente hizo desastres en carnavales, sino que en Venezuela el coronavirus entró en la agenda política del régimen de Maduro, quien mueve las piezas de la forma más conveniente para mantenerse atornillado en el poder.

A los venezolanos les toca enfrentar la pandemia como casi todos nuestros problemas: con las manos. Toca vivir como los primeros días de cuarentena, cuidando a sus familiares e intentar no morir de hambre en el intento. Es la única solución que se tendrá, por lo menos en un tiempo considerable, al menos que seas uno de ellos.